Cuidado y amor, un derecho fundamental para el desarrollo armónico de nuestros niños y niñas

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Ana Rita Russo de Sánchez*

La conmemoración y la celebración de los 30 años de la Constitución Política de Colombia  es un llamado especial a la reflexión y el análisis sobre su valor y contribución en materia de derechos para la niñez y la adolescencia, representando un hito histórico y avance significativo al cualificar a los niños y las niñas como sujetos de protección especial, que otorga a la infancia un lugar privilegiado y pone de manifiesto como país la necesidad de garantizar el desarrollo armónico e integral de los niños y niñas, así como el ejercicio pleno de sus derechos,  lo que significa un compromiso ético, social y político, donde la familia, la sociedad y el Estado son garantes del cumplimiento de estos derechos, enfatizando en su artículo 44  que los derechos de los niños prevalecen por sobre todos los demás derechos fundamentales.

A la luz del precepto constitucional, el artículo 44 menciona entre los derechos fundamentales de los niños y las niñas el tener una familia y no ser separados de ella al igual que el cuidado y el amor, atribuyendo a la familia una función básica como institución fundamental para el sostenimiento, el cuidado, la protección y el amor hacia los niños y las niñas.  Uno de los momentos más importantes en el ciclo vital es la infancia, donde se establecen las bases del desarrollo del ser humano. Es así como el contexto y los sistemas de interacción en los que está inmerso el niño y la niña son indispensables para su funcionamiento en la vida adulta y su bienestar, al ser los cuidadores como integrantes del sistema familiar, quienes cubren las necesidades biológicas, psicológicas, emocionales y sociales de los niños y las niñas, desde un ambiente de afecto, tolerancia y comprensión, reafirmando entonces que el cuidado y el amor es un derecho primordial, que se debe garantizar por el bienestar de los niños y las niñas como ciudadanos y sujetos de derecho.

El ser humano nace con una carga biológica y se constituye como sujeto a partir del “Otro”, quien, mediante las funciones de cuidado, amor y sostenimiento, permite que el niño o la niña pasen de la indefensión que caracteriza los primeros meses de vida, a la estructuración psíquica, motora, lingüística, cognitiva y social, hasta convertirlo en sujeto de la cultura. Este proceso se hace extensivo y dinámico, influyendo el adulto como “otro significativo” en la manera cómo el niño o la niña, se relaciona con los demás, su entorno, y con la misma sociedad.

El componente afectivo desde su inicio mismo permite el proceso de maduración cognitiva y el desarrollo de la capacidad de amar, de relacionarse y preocuparse por el otro, esto solo es posible si se cuenta con un adulto mejor dotado que sostenga al infante amorosamente y de respuesta a sus diversas necesidades. El bebé atendido en sus necesidades biológicas, logra un nivel de satisfacción y disminución de la tensión, pero al mismo tiempo, el bebé sostenido amorosamente modifica los modos de funcionamiento instintivos a necesidades afectivas de relación con el otro, es así como muy pronto el bebé ya no llora solo por el hambre sino que también lo hace por su madre. Estas son las bases de la constitución psíquica, el primer peldaño hacia la subjetividad.  Esta relación de dependencia del bebé con su madre o sustituto permanecerá en diferentes niveles durante el transcurrir infantil y se ampliará al padre y a otras figuras que realizan la función de cuidadores.

Cuando la madre, el padre o sustituto, entienden y atienden las necesidades del bebé, este va a lograr una serie de funciones que permitirán maduración emocional, cognitiva y social, como son la disminución de tensión, la satisfacción, la seguridad y confianza en sí mismo y en el otro, el paso de la heteroregulación a la auto regulación, del egocentrismo al conocimiento y el amor por el otro, generándose el vínculo afectivo seguro, que se da por la relación socioemocional recíproca entre los padres y el bebé y se fomenta por la succión, la mirada, la sonrisa, las caricias y la pacificación social.

Dice Winnicott, el amor y la agresión constituyen los dos principales elementos a partir de los cuales se desarrollan los afectos humanos, la agresión es innata como el amor. Sin embargo, la actitud del ambiente marcará el destino de la agresión y la capacidad de amar de cada uno. Asimismo, los adultos generan también frustración mediante la formación necesaria para que los niños entren al orden de lo social, convirtiéndose en ese gran otro de la cultura. El niño adquiere gracias a la prohibición de los padres  y establecimiento de límites la posibilidad de constituirse en un sujeto de la cultura, mediante la renuncia de lo instintivo por el amor a ellos. Siendo entonces el amor, la condición necesaria para la constitución del sujeto relacional, al tiempo que es el límite el que permite el reconocimiento de la alteridad.

Erikson nos plantea que si los padres son afectivos y razonablemente tolerantes, permitiendo grados moderados de autonomía, el niño obtendrá: Satisfacción por el ejercicio de sus destrezas adquiriendo mayor confianza e independencia. En este sentido, esta relación entre el bebé y sus cuidadores significativos, representa un momento en la vida del ser humano de aprendizaje intenso y recíproco, que pone de manifiesto el proceso exponencial del desarrollo mismo, pasando el niño o la niña de la dependencia absoluta a la consolidación de su autonomía e independencia, generándose una interacción en doble vía, donde los niñas y las niñas no son sujetos pasivos, al expresar sus necesidades fisiológicas y afectivas construyen su mundo interno y relacional, y los adultos pueden por medio de sus funciones de cuidado ser figuras de amor, confianza y cooperación.

Todo lo expuesto, fundamenta en gran parte el compromiso y la necesidad que reconoce el Programa de Desarrollo Psicoafectivo y Educación Emocional, Pisotón de la Universidad del Norte,  de continuar uniendo esfuerzos por la promoción del cuidado y amor como derecho fundamental para el pleno y armonioso desarrollo de nuestros niños y niñas, acompañando desde hace 24 años a los padres y educadores en el proceso de desarrollo de los niños y niñas, proceso que permite a los padres y principales cuidadores reconocerse como figuras de amor y cuidado, y como facilitadores del proceso de regulación; entendiendo que los niños y las niñas necesitan límites y una orientación consistente, sin caer en el maltrato o la rigidez que impiden la potencialización de su progresiva autonomía, siendo importante que los padres de familia reconozcan y comprendan sus implicaciones en la educación adecuada y la crianza amorosa de sus hijos, ejerciendo esa función en la transmisión de valores, relaciones y límites, que permitirán la construcción armónica del ser, con posibilidades de disfrutar y crear, así como de convivir propiciatoria y pacíficamente con los otros con quienes se relacionan.

La experiencia del Programa Pisotón, en el territorio colombiano, incluyendo poblaciones víctimas del conflicto armado, ha evidenciado que los niños que han sufrido formas de violencia como maltrato infantil, violencia intrafamiliar y violencia social presentan temores relacionados con la muerte, a ser dañados o la desconfianza en el otro. Los niños tienden a responder desde la identificación con el agresor y con la violencia como forma de expresión de emociones. Pasan de ser agredidos a agresores, de ser violentados a ser violentos, de la agresión a la violencia. Sin embargo, en la aplicación del Programa de Desarrollo Psicoafectivo, se evidencia que existe una posibilidad de retomar un camino diferente en la vida de estos niños y sus familias, logrando la resignificación de las experiencias, cambios en la forma como se visualizan a los adultos y a sí mismos, y generando nuevas formas de responder frente al medio, al generarse cambios significativos en las figuras de amor, capaces de conciliarse con su pasado y reivindicarse en el presente, pasando de la violencia a la sana expresión de emociones, reconociendo desde la familia el entramado que impedía cumplir con la expresión de cuidados exigidos por la Constitución.

En los niños y las niñas, sujetos de protección especial constitucional, el Programa ha facilitado la elaboración de los conflictos emocionales, la reorganización emocional y la reducción de defensas mal adaptativas, el conocimiento en sí mismo, promoviendo el respeto a sí mismos y a los otros, el reconocimiento de oportunidades  para resignificar su historia, la construcción de vínculos afectivos, comprensión de la importancia de los límites con amor y el afrontamiento con fortaleza de los retos y los fracasos en la vida, trascendiendo del desarrollo individual al desarrollo social. Esto no solamente se logra con la promoción de acciones y valores tendientes a la socialización, sino también con la acogida desde el afecto y la resignificación de sus dificultades y de sus historias de vida.

Es así como el Programa Pisotón encuentra en la educación emocional de manera lúdico-educativa una oportunidad invaluable para la promoción de los derechos de la niñez, contribuyendo en su accionar al cuidado y el amor, la prevención de  problemáticas psicosociales, y  a la promoción de la salud emocional  de los niños y las niñas en circunstancias naturales y de alto riesgo, impactando de igual manera a sus padres y/o sustitutos, cuidadores y agentes educativos, al facilitar el desarrollo de herramientas y habilidades para la crianza amorosa y respetuosa, el fortalecimiento del vínculo afectivo, la  resolución de conflictos y la comunicación afectiva y efectiva entre padres e hijos.

* Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Salamanca (España); formación en Psicología Clínica, Psicóloga de la Universidad del Norte (Colombia). Profesora y tutora de postgrado en Psicología Clínica, directora de la Maestría en Psicología Clínica de la Universidad del Norte, directora de líneas de Investigación en el área Psicología Clínica y de la Salud. Autora, investigadora y directora del Programa de Educación y Desarrollo Humano en lo Psicoafectivo, Medio Ambiente y Valores – PISOTÓN, de la Universidad del Norte; conferencista nacional e internacional, coautora de los libros: Temas en Psicología Clínica (2006), Educación y desarrollo psicoafectivo (2006), Pisotón en Lorica, una apuesta a la resignificación de lo traumático (2010) y la cartilla Nuestros primeros encuentros afectivos y educativos (2011).

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